lunes, 2 de mayo de 2011

23 de abril

        Hace unos días celebramos en esta comunidad su fiesta de identidad, ¿se supone...?, curiosa coindencia la celebración con la derrota de aquella gesta reivindicativa de hace siglos que reclamaban para el pueblo que al menos no les robaran.
        Fui un romántico y desde luego cuando esta fiesta se inició participe de ella,  era la confirmación de una democracia incipiente, de un sentimiento,  era un acto de rebeldía ante tantos años de opresión, de obscurantismo, de ira contenida, de no poder levantar la voz, era la eclosión de una libertad recien inaugurada, nosotros los jovenes de entonces eramos la voz de un poder que por interésqueria instaurar esa fiesta y que ésta fuera reivindicativa, se convirtiera en identitaria de esa comunidad artificial que nos crearon para satisfacer los egos de estos ciudadanos de Castilla o de León que siempre se conformaron con todo aquello que nos echaron antes y después de los hechos inaugurales de la celebración.
        Hoy treinta años después, esa fiesta sirve para que los polítiquillos del momento se den un baño de multitudes, crean que son aclamados por los ciudadanos que acuden cada año para desahogarse, celebrar con los suyos una derrota más de Castilla, de sus necesidades, de sus demandas, de sus jóvenes obligados a emigrar para encontrar trabajo. Yo sigo siendo un romántico de vez en cuando asisto al evento y celebro lo que la mayoria de los castellanos. No jaleo a los prohombres de la Comunidad, tomo unos vinos, brindo por el futuro de este pueblo sojuzgado por unos y otros, acusado de "facha" y conservador, posiblemente lo sea pero tiene el orgullo de ser la cuna de la primera rebelión de una comunidad contra un poder establecido; espero que nos sirva de ejemplo a todos, seamos de la comunidad que seamos, levantemos la voz ante las injusticias, ante los abusos de quienes nos dirigen, ante los constantes actos de pillaje y latrocinio llevado a cabo por quienes se dedican a la cosa pública y un día podamos celebrar, de verdad, la DEMOCRACIA.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Aquellos años...

Aquellos tristes años de mi infancia, esa educación de la que soy hijo, esa negrura del día a día, aquella lucha constante por la supervivencia, esa falta de ambición en toda la sociedad, al menos en la rural, aquella que me toco vivir, esos días grises, esos miedos pegados a los cuerpos enjutos de los adultos, aquellas ambiciones por superar el día a día, ese afán por apagar el hambre físico, el espiritual ya estaba suficientemente abonado y cultivado por la Santa Madre Iglesia, el político no era necesario en aquellos tiempos las ideas políticas eran cuestión de Estado unicamente. Las inquietudes eran más bien pobres, no iban más allá de las también pobres ambiciones que se cocinaban en cada individuo, ni siquiera la felicidad era una de las principales metas a alcanzar, unicamente la supervivencia, saciar las necesidades primarias, el resto de cuestiones eran secundarias.
La educación era cuestión de orden público, estaba amparada por la administración, ella alimentaba el espíritu conformista y pobre que imperó en la España de esos cuarenta años en los que la historia se escribia en blanco y negro, se trasmitía en radios y desde el ministerio de información. Fueron años de formación del "espiritu nacional" , tristes, grises, sin nada que ofrecer y muchas cosas que cercenar, ellos se encargaron de hacerlo desde la más tierna de las formaciones para crecer en aquella única dirección. ¿Quién  puede tener nostalgia de aquellos días?, ¿cómo se puede añorar ese tiempo de tinieblas pobre y brumoso?. Hoy quizá no estemos en el mejor de los mundos pero al menos superamos aquellos días pobres, tristes, grises y aculturales, desinformativos y antieducativos. Siempre esperé que lo supieramos aprovechar, quizá llegó el momento de ponerlo en duda, aunque bien pensado...hoy al ser libres algunos no han querido ni ser hombres ni permitir que otros lo fueran.

viernes, 4 de febrero de 2011

Desestabilizacion...?

Miro con esperanza la revuelta popular que se está llevando a cabo en los países del norte de África, deseo de corazón que sepan administrar esa conquista que tanto les está costando, espero que ningún político arribista, desahogado o sin escrúpulos de los que se encuentran en cualquier lugar de este mundo se aproveche de la situación que tanto sacrificio está costando al pueblo egipcio y antes al tunecino. Espero que esta mecha que prendió inicialmente en Túnez tenga su continuidad en todos aquellos países que se encuentren sojuzgados o gobernados por tiranos, sátrapas, dictadores o iluminados por alguna  religión, creencia o extraña iluminación. Estos personajes que se suelen erigir en salvadores de sus respectivos pueblos, suelen decir que después de ellos el caos, son en su fuero interno imprescindibles y en su comportamiento unos auténticos ladrones; ladrones por dos razones, primero por llevarse aquello que no les pertenece y segundo por quitar a su gente la posibilidad de ser ellos mismos, de regir sus vidas, en definitiva les roban su libertad.
Creo que si estas revueltas llegan a buen puerto y esa mecha sigue encendida puede tener una repercusión parecida sino mayor que la que en su momento tuvo la caída del muro de Berlín. Ha llegado el momento en el que cada pueblo decidirá por sí mismo su destino.

miércoles, 12 de enero de 2011

Ya está.


   Ya pasaron las navidades, la noche vieja y los reyes, fiestas que la mayor parte de la gente espera ilusionada quizá pensando que éstas modificarán su vida o al menos que encontraran alguna novedad entre tanta rutina. Hoy, ya más tranquilo y después de comprobar que en mí no se obró milagro alguno, he paseado por el barrio y por la ciudad, he seguido viendo las mismas caras de hastío, desilusión, recogimiento o entereza que antes de esas fechas que todos señalamos en el calendario. Me alegró saber que mis compañeros siguen ahí, al igual que yo madrugando, que mis vecinos vuelven a la rutina diaria; que las desilusiones siguen siendo las mismas para todos y que van desde la política, economía hasta el equipo de fútbol, seguimos teniendo las esperanzas puestas en los hijos, que ellos consigan....pero volverá la próxima navidad, el fin de año y de nuevo los reyes. Nos volveremos a cargar de ilusiones y de vanas esperanzas que harán más agradables sino felices unos días, volverá el ajetreo familiar a rondar en todos los hogares, habrá unos días en los que las penas parecerán disolverse o evaporarse, se olvidarán al menos; compartiremos una alegría que durante otro tiempo y por la razón que sea parece haberse ido de nosotros, nos desearemos felicidad, bondad para esos días y para el resto del año, los buenos deseos nos apabullarán durante esas fechas; la verdad, se vive mejor con eso que con caras largas o saludos a medias. De momento lo que toca es afrontar el día a día, el trabajo o el desempleo, la realidad cotidiana nos pone a cada uno frente a nuestra propia realidad. Es hora de aportar soluciones a nuestros problemas, tenemos ya los días para comenzar a poner fin a éstos y poner los cimientos para nuevas esperanzas.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Domingo

 Cada domingo me hago el remolón en la cama hasta que me puede la necesidad y me levanto. Mi ritual después de la higiene, desayuno y abluciones es la de bajar a la calle, tomar un café, dar un paseo, comprar el periódico y el pan, disfrutar de la mañana sin obligaciones ni prisas degustando cada uno de los pasos que doy, exprimiendo cada una de las sensaciones que percibo, a veces sentándome en un banco del paseo fluvial, otras mientras mis pasos me conducen por nuevos caminos, es verdad, todos están descubiertos, pero no todos los días esos caminos o esos descansos en los bancos muestran los mismos escaparates. Hoy he vuelto a la rutina dominguera, pero hoy notaba un aire especial en el ambiente, estaba el día gris, lluvioso, temperatura agradable, parecía un día recién lavado y perfumado, era uno de esos días en los que me gusta caminar y caminar, en ese deambular sin rumbo fijo uno se encuentra a todo tipo de personajes, el deportista sudoroso que nos rebasa dejando tras de sí una exhalación de exigencia, el anciano que pasea sus experiencias esperando el futuro prometido, los que como yo son simples paseantes que rumian sus reflexiones o evalúan su situación, señoras que acarrean el pan, los cruasanes, magdalenas... para el desayuno de los suyos, jóvenes que regresan después de una noche en vela, otros incalificables que la vida les llevó a estar en la calle a esa hora; en definitiva la vida sigue como cada día y como cada día la necesidad y la exigencia de la gente sigue existiendo, sigue siendo el motor que nos moviliza, nos exige volver ponernos en pie, volver a afrontar el día a día, vencer o rodear dificultades para seguir viviendo. Mi paseo de hoy también era una exigencia y necesidad de mi propia existencia.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Otoño


                                                 
Aún hoy recuerdo el olor que me dejaban estos días alegres del otoño en mi infancia, era un olor neftalina, hierba seca y humeda, a oreo de praos pastados, a sangre coagulada en la comisura de los labios. Hoy lo recuerdo como parte de unos felices días de infancia, de juegos sin reglas en la plaza del pueblo o en los huertos circundantes, eran noches frías y secas corriendo en pos de las quimeras infantiles, de héroes que fingiamos, de pequeñas rivalidades que se iniciaban. Eran cielos estrellados, maullidos de gatos que buscaban refugio, graznido de chovas y grajas que acudían al abrigo de los álamos para pernoctar al abrigo que éstos ofrecían, gritos de muchachos en pantalón corto que disfrutaban de las primeras libertades paternas, voces de mujeres llamando a sus hijos, corros de adultos expirando humos de sus cigarros liados charlando sobre la sementera que se iba, eran noches, en fin, de juegos, de locuras infantiles, de cultivadas ilusiones, de chimeneas vomitando el humo de los cálidos hogares en donde se cocía  la leche recien ordeñada, eran las primeras escapadas de la casa paterna, era el inicio de los primeros vuelos, era la novedad del coche de línea que pasaba entonces, el ruido del carrillón del reloj del ayuntamiento marcando inexorable los cuartos y la horas, eran las luces mortecinas de las ventanas y del alumbrado público, el vaho saliendo de nuestras bocas por el esfuerzo de los juegos, era el cansancio que empezaba a adueñarse de nosotros tras un día de frenética actividad, era en definitiva, el olor que este otoño he buscado.

martes, 26 de octubre de 2010

Seminci

Estos días está teniendo lugar en Valladolid el festival de cine (Seminci), es la primera vez que por razones que no vienen al caso en venticinco años no estoy pudiendo asistir a la misma, soy un espectador callejero. Lo estoy viviendo de forma extraña, cuando asistía era parte activa de la fiesta que en estos momentos está montada en esta ciudad en torno al cine, hay discusiones en la salas previas a las proyecciones,  opiniones sobre las películas que se han visionado, quinielas diagnosticando premios, somnolencia de aquellos asiduos, aburrimiento al final del día, participación en ruedas de prensa, mesas redondas... es como si la vida durante esta semana se rigiera únicamente por esa magia que se proyecta en la pantalla, pareciera pues como si ésta tuviera vida propia y los participes fueramos comparsas necesarios. Uno termina la semana cansado, hastiado pero satisfecho, con la extraña sensación de haber participado en algo único e irrepetible; haber visitado otros usos, costumbres, culturas diferentes, percepciones distintas; haber percibido las cosas de distinta manera que el vecino de turno o el contertulio de la siguiente proyección, en definitiva uno parece sumergirse en ese mundo mágico y quedar atrapado dentro de él. Este año, en cambio, la sensación es de envidia cuando veo las colas para entrar en las salas, esperanza para el día siguiente, angustia por el paso de las jornadas y las proyecciones, pero también de alegría sabiendo que en este rincón castellano está teniendo lugar uno de los festivales cinematográficos importantes de España y que el próximo año volverá a empezar